Durante la época de independencia, México era un país que basaba su economía en la actividad agrícola principalmente, además de la producción de derivados de alcohol, ingenios azucareros, minería y orfebrería.

El último medio siglo de la Colonia se caracteriza por el notable crecimiento en el área de producción y fue así como la minería desplazó al comercio como fuente principal de nuevas fortunas, alcanzando un valor de producción minera que ascendía al 90% de la agricultura.

Así mismo, la minería dependía de otros sectores como la sal, el azogue, requerían maderas, animales de carga, granos, forrajes y alimentos en general, además requerían pólvora, hierro, acero, herramientas y maquinaria. Así, a menor prosperidad para las minas, menor oportunidad para otras actividades.

Aunque la minería era la actividad más dinámica, su tendencia a la baja prevaleció hasta mediados del siglo XIX.

Una empresa que hizo importantes inversiones en la explotación de plata fue la “Compañía Minera de Real del Monte”, de origen inglés, la cual sobresalió por sus inversiones que ascendieron a un millón de libras esterlinas.

Los procesos de extracción de plata tradicionales fueron sustituidos por nuevos avances tecnológicos que hicieron más eficiente la producción; aunque en algunos casos coexistieron con métodos arcaicos.

A pesar de que el sector minero fue impulsado desde el gobierno, algunas empresas enfrentaron diferentes obstáculos manifestándose en un lento crecimiento en comparación con el periodo, incluso, de la guerra de independencia. Por ejemplo, algunas minas se inundaban fácilmente como resultado de su abandono durante la guerra de independencia; otro factor importante que afectó a la minería fueron la escasez y el alza del precio del mercurio (azogue) debido a la especulación y monopolio que tenía sobre él la “Casa o Banca Rotshchild” de Inglaterra. Lo anterior, provocó que la inversión en minas por parte de los ingleses retrocediera e incluso se dio una ruptura temporal de relaciones diplomáticas entre México y Gran Bretaña.

El producto de la minería de metales preciosos no estaba dirigido al mercado interno. Las ataduras coloniales, el atraso técnico y las dificultades de las otras ramas de la industria, impidieron que el auge minero tuviera efectos más profundos en la economía del país.

 

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